Esos días y los posteriores
empezamos a comer más recogidos en la cocina que aunque fuese mediana, cabíamos
muy bien los tres. Ya que empezaba a refrescar algunos días, sobre todo en esos
días que el tiempo cambiaba bruscamente de un tremendo calor a correr una brisa
de aire fresca. Charlábamos, como hace tiempo que no compartíamos, en familia
aunque para mí era la primera vez que lo hacíamos como tal y mi cumpleaños ya
era pasado mañana, ya sería mayor de edad y pronto podria obtener el deseado carnet
que ya mi mejor amiga podía presumir de conducir, era dos años mayor que yo
debido a que había repetido en la educación secundaria. Lo que más me frustraba
es que mi abuelo, desde que se mudo con nosotros, dejo de hablarme de mi madre
y me ira difícil pillarlo solo ya que se mantenía escondido con mi padre en el
despacho, ayudándole en la cocina, paseando con él mientras charlaban etc.… Las
pocas veces que lo conseguía era en su habitación pero se negaba a seguir
contándome más diciéndome que era mejor unos días mas adelantes.
Mi padre había preparado un
asado con un ingrediente especial que lo hacía más exquisito al paladar, como él
lo describió cuando saco la bandeja del horno e hincho el pecho con orgullo
mientras repetí: oler, oler que esto es el principio. Siempre comía despacio no
por miedo a engordar sino que me encantaba saborear los sabores de cada comida
que mi padre preparaba con tanta euforia. Me sobresalte cuando mi abuelo empezó
a reír a mandíbula suelta por un chiste negro que mi padre había contado con la
boca llena de pollo para hacerlo mejor. En los platos no quedaba resto de
comida, estaban limpísimos. Estaba a punto de coger el postre que era un Flan
cuando note una vibración en uno de mis bolsillos delanteros de los pantalones
vaqueros, me incorpore de la silla pero antes de contestarlo vi el nombre,
Ruth, mi mejor amiga quería contactar conmigo eso era una novedad después de
varios días sin dirigirnos la palabra por el plantón del parque sumados a los
cientos de veces que me lo ha echo y ya no se lo pase.
-Cógelo, hija. Ya es hora
de que hagáis las paces – me aconsejo mi padre incorporándose de la silla,
parecía que me había leído la mente – Cógelo, ya. No me mires así sabes que te
conozco muy bien.
Así que recomponiéndome aun
de lo atento que estaba últimamente mi padre, fui a contestarle pero se habia
cortado la llamada para volver a los segundos a vibrar el móvil y me cole en el despacho de mi padre para evitar
subir las escaleras para mi habitación, digamos que me supero la comodidad
mientras que mi padre preparaba el lavavajillas que no daba uso al ser dos en
casa y tener pocas visitas. Mi abuelo lo escuche moverse y supuse que iba darle
platos.
-Dime.
-¡Hola! ¿Sigues enfadada
conmigo? Sabes que suelo actuar primero antes que pensar y no me dio cuenta de
las consecuencias. Me... - se interrumpió y como vio que no diría nada prosiguió
hablando- me he sentido muy sola en estos días tanto fuera como dentro del instituto,
las cosas no me van bien en casa y tu eres como mi hermana, eres un gran apoyo
para mí. Lo siento por todas las burradas que he hecho.
¿Que debía hacer? Me quede
unos segundos pensando y recordé que en estos días que no había tenido ninguna comunicación
con Ruth, me había dedicado a contarle mis problemas a ese chico entrometido, Raphael.
Y en esos problemas siempre estaba Ruth. La echaba de menos.
- No te paso ni una mas -
la avise secamente y continúe-nos vemos mañana.
-Ese chico me ha abierto los
ojos. ¿Sabes? Es muy guapo. Me tienes que contar muchas cosas.
-¿chico?
- Dijo que se llamaba Raphael.
Oh mierda. Entonces ha
intervenido para que le deje de calentarle el coco con mis quejas de la vida.
- Es un amigo ya te
contare. Hasta luego.
Sin tiempo a que le diera a
interrogarle fui más veloz que ella.
Pero ese día, que apenas se
había iniciado, estaba llena de sorpresas para mí. Guarde el móvil de nuevo en
el bolsillo.
Cuando fui a salir despacho
que estaba contigua a la cocina, escuche como mi abuelo casi susurrando le soltó
a mi padre.
-¿Quién es esa chica que ha
llenado tu corazón?
Me quede clavada en el
suelo. No voy a negar que desde que mi abuelo se fue a vivir con nosotros mi
padre deslumbraba alegría por todos los poros de su piel, hasta la sombra que
tenía en su mirada se había disuelto sin más y se había comprado dos libros de
recetas para hacer postres o nueva comidas. Nada inusual porque le gusta estar
en la cocina algo que utilizaba para relajarse después de tanto estrés en su
despacho. La empresa le iba bien aunque había tenido bajones en esos últimos
años pero sabia salir a flote, entonces en ningún momento se me paso por la
cabeza que su razón fuese una mujer más bien pensé que era porque mi abuelo
estaba en casa y la empresa producía mas. Para limpiar la casa tenia contratado
un sirviente que viene cada tres días.
-¿Por qué me preguntas eso?
La voz desapareció. La
puerta la habían cerrado. Salí del despacho despacito y fui con puntillas a
poner la oreja en la puerta de madera de la cocina.
-Tienes un brillo en el
rostro que ha hecho que te rejuvenezcas -me pareció que mi abuelo sonreía -
estas feliz pero feliz de verdad por eso supuse de que hay una mujer en tu
vida.
-Tenemos la mala costumbre
de asemejar la felicidad con estar enamorado –le contesto, enfadado,
arrastrando cada palabra con un tono duro- Fue por ella, volví a saber de ella
y me trajo noticias buenas que afirman de que no estaba equivocado - a mi padre
se le quebró la voz y supuse que intentaba evitar llorar.
-¿De quién hablas?
-Judith, esa chica morena y
grandes ojos verdes que desapareció cuando mi mujer también lo hizo...
-Aaah .. ¿Qué noticias?
-Hace unas semanas coincidiendo
de que te mudaste aquí se presento para decirme que Rossena estaba viva.
Me quede sin respiración
unos segundos al pensar en la posibilidad de que mi madre estuviese viva y su
precioso e inocente rostro volvió a mi mente como un flash de una película. Conocerla.
Abrazarla. Saber cuál era el perfume que utilizaba.
- Mi hija.... Jack, no te
dejes crear falsas ilusiones. No me fio de esa chiquilla seguro que quiere algo
y no es bueno. Escucha a este viejo
- supuse que mi abuelo le había
puesto las manos en cada lado del brazo como hacia cuando se ponía serio-la
gente tiene la habilidad de utilizar muy bien los puntos débiles de una persona
a su antojo para beneficiarse.
-¡No! Escúchame, tú- escuche
como una silla era colocada en su lugar y después otra conforme los pasos se
acercaban a la puerta- Judith es incapaz de hacernos una jugarreta, fue y será
sincera con nosotros. Nunca nos mentiría.
-Siempre te pueden
traicionar las personas que menos te imaginas así que no digas nunca.
Abrí la puerta de la cocina
y vi la guerra de miradas que había surgido.
- Mi madre está viva.
Lo dije sin más para que
esperar quería la verdad.